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martes, 7 de septiembre de 2010

Cartas a Paulo (7 de septiembre 2763 Ab Urbe Condita)

Salud Paulo,

Hoy jugué al juego de las vidas. Ella me enseñó. Me senté en un banco a la hora nona y observé a todo aquel que paseaba por la calle.
Un anciano con camisa rosa y peinado juvenil, un jubilado que vive su segunda juventud, alocada, con la catarsis del trabajo cumplido, con la emoción de planear una excursión del Imserso con sus vendedores de mantas y todo.
Un poligonero con moto trucada, un quillo con problemas o quizás no, eligiendo el camino más fácil y sencillo, vivir de instintos.
Una chica algo presumida que camina mirándose en cada uno de los escaparates que encuentra a su paso, presumida pero de caminar inseguro y tímido, mujer de espíritu engreído pero de sentimientos vacíos.
Otra moza con uniforme de trabajo, parece dudar a cada zancada, seguro que duda a cada palabra que pronuncia a la hora de querer venderte una de esas cafeteras pijas que están de moda.
Una rubia teñida de paso acelerado, ya mayorcita, llega tarde para dar de comer a sus retoños.
Un tipo bien vestido, con traje y móvil… seguro que es un empresario cabrón dispuesto a acabar con la vida feliz de algunas familias a consta de su mísero bienestar. A lo mejor me equivoco y es un pobre trabajador de la tienda de los triángulos (coño, el Corte Inglés) o el representante de una compañía de teléfonos (ya han pasado los viejos tiempos en que se vendían enciclopedias del saber, la Wikipedia ha acabado con esa clase de bicho ambulante).
Un hombre obeso, de frente sudorosa, el calor parece castigarle más que a un servidor, en su ceño fruncido se refleja una perpetua maldición hacia el astro-rey.
Una niña corriendo con bolsas de Bershka y Stradivarius… las compras se alargaron, mamá espera en casa, así como el Facebook y el Messenger.
Una chavala preciosa, de esas que miras dos veces y tres, podrías clasificarla como el amor de tu vida pero también como un ser de apariencia que nunca te mirará a los ojos, superficial y egoísta.
Una pareja de estudiantes, al menos llevan carpetas de la Universidad de este desolado islote… él puede tener un futuro prometedor como político corrupto, ella parece más serena, más segura, más práctica… pero sin saber realmente lo que quiere… quizás le espera concursar en un “reality show”.
Oh, Paulo, es un juego muy imaginativo, pero muy difícil de jugar frente al espejo.







Imagen: Oh, Paulo, es un juego muy imaginativo, pero muy difícil de jugar frente al espejo.

2 comentarios:

  1. Muy interesante el juego, Druso. Veo que el pequeño avatar sigue vivo y con el penacho en alto :)...de qué me suena?
    Un beso

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  2. César, los besos entre hombres no estaban muy bien vistos en Roma, recuerda el epigrama de Marcial sobre los besucones. Una abrazo. Nos vemos en la Tarraconense, en la gloriosa ciudad de Saguntum.

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