Es un cartel realizado en cartulina, de letra torpe y dibujo tosco. En ella los párvulos han trazado una pirámide de la cadena alimenticia. Simplemente genial.
En la base de la pirámide aparecen las plantas o vegetales, para encontrar sobre éstas los animales, y superpuestos a estos, los humanos.
Curiosamente la cúspide de la pirámide se halla coronada por una figura de un ser deformado, deprimente, al cuál le falta un brazo y está pintado de color plomizo. El hecho de que le falte un miembro nos comunica que este individuo es un cadáver, simplemente se trata de un detalle muy locuaz, como dije con anterioridad y valga la redundancia, simplemente genial. Los alumnos han escrito en un costado su definición: zombies.
Me he parado a pensar que es lo que ha llevado a los niños de esta clase de educación primaria a usar la lógica para llegar a la conclusión de que los muertos vivientes comen hombres. Quizás la culpa de todo esto la tenga una serie de televisión que nos aterra en las noches del canal de los amigos de Zapatero, o bien la difusión de ciertos videojuegos que el cine ha adoptado con maestría en su pretensión de recrear una partida en la pantalla gigante.
Es curioso y a la vez aterrador. Ocurrente y a la vez de una lógica enfermiza.
“Sólo son niños” pienso. Pero este pensamiento me taladra la cabeza una y otra vez, y me hace recapacitar sobre si nuestros hijos (no es mi caso) ven lo que tienen que ver en la televisión o si estarán enganchados a los videojuegos.
No me hubiera extrañado en absoluto que en vez de “zombies” hubieran escrito “políticos o banqueros”. En ese caso la lógica hubiera funcionado estupendamente, pero me hubiera sugerido un certero pavor, aunque menos impactante que el descrito.
"Siento la calidad de la foto".