
Conozco a un hombre que
todo lo perdió.
Primero fue la dignidad,
entre sollozos y lamentos.
Vino después el respeto,
el amor y los besos.
Luego se malogró lo material:
trabajo, casa y dinero.
Sólo le quedó ser hombre,
lo más esencial: la vida.
Pero no lo superó.
Al final, murió de tristeza.