Hoy por la mañana, mientras desayunaba, veía las noticias. El telediario (noticiario) se iniciaba con las primeras imágenes del refugio de los mineros de San José, descamisados, sudorosos y muy delgados. Hablaban a la cámara, saludaban y se observaba cierto atisbo de regocijo en sus demacrados rostros. Algunos sonreían tímidamente, otros con más descaro, moviendo la mano en un saludo a aquellos que nos hallamos aquí arriba, expectantes, un saludo natural, involuntario, que siempre surge de nuestro alma al ver que una cámara de televisión nos enfoca... en este caso el saludo tiene un significado más amplio, dirigido a las familias, como rezando: “hola, estoy bien, pronto estaré con vosotros”.
Han explicado como los sacarán de allí, subrayando que las tareas de rescate durarán un período de al menos tres meses. Bueno, como dijimos con anterioridad, paciencia. Preocupados por la salud, sabemos que ahora se presenta como un problema, pero ya están recibiendo ayuda en forma de alimentos y medicamentos.
Quizás la mayor de las dificultades reside en la salud mental, soportar una situación de estas características es inimaginable (yo no quiero ni imaginármela). Es una situación ciertamente agónica, desesperante...
La cámara ha realizado una panorámica sobre el refugio, una oquedad penumbrosa, donde sobresale una mesa (o algo parecido) en el centro, de color ocre o rojo. El foco de la videocámara puede engañarnos, nunca reproduce los verdaderos colores. Sobre la mesa unas fichas, esparcidas, colocadas... son piezas del dominó. Entonces el cronista dice tan tranquilo: “los mineros están bien, pasan el tiempo jugando al dominó”. Bueno, me ha impactado, ellos allí, tan serenos, matando el tiempo jugando a tan popular juego, desarrollando el talento en colocar una pieza tras otras, correlativas, intentado ahogar al oponente, cerrando o dominando la partida con la última de las fichas.
No quiero divagar. No quiero pensar como deben sonar las fichas sobre el tablero, al colocarlas, en aquel apartado lugar ¿Apartado? Recóndito lugar más bien. Un sonido hueco. “Pito-seis; me doblo; seis-cuatro; me vuelvo a doblar; a cuatros; paso; paso; cuatro-tres; paso; tres-pito; pito-dos; me doblo; dos-blanca; hala, se acabó...”. ¡clas!
En cierta manera, esto me tranquiliza... esto me da a entender que ellos asumen la situación, que saben que es cuestión de tiempo... la revancha en el bar, compañeros, cuando juguemos al dominó en una mesa de madera, con unas cervezas, más concentrados, sosegados, con la luz del sol filtrándose a través de las ventanas del local, liberados.

Imagen: la revancha en el bar, compañeros, cuando juguemos al dominó en una mesa de madera, con unas cervezas, más concentrados, sosegados, con la luz del sol filtrándose a través de las ventanas del local, liberados.