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martes, 2 de noviembre de 2010

El pan de los muertos

[dedicado a Aprendiz de panadera]


Una tradición, que realmente se ha perdido en Mallorca, pero que se mantiene en algunos pueblos castellanos, es la de la ofrenda de pan en los funerales o aniversarios fúnebres.

Este rito social, ya desaparecido, estuvo en boga en el Medioevo y principios de la Modernidad. La costumbre de repartir pan a los pobres y necesitados sobre la tumba de los difuntos se documenta en varios testamentos a lo largo de los siglos XIII y XVI. El difunto pide en su testamento a sus herederos, que en cada aniversario de su muerte o día de los difuntos, se coloque un cirio y un pan o cesta con panes sobre su tumba, y que tras el oficio, este se reparta entre la gente necesitada.

Existía también el denominado pan de los difuntos y el pan bendito, aunque se desconoce su semejanza. Este pan bendito se repartía durante todos los domingos entre la sacristía y el portal de la Almoina (ubicado junto a la Catedral en la casa del mismo nombre). El día de la resurrección era sustituido por obleas.

Aunque parezca mentira, esta tradición, aunque desparecida por completo en su forma ritual original, ha llegado hasta nuestros días en otra forma. Es costumbre de los niños recibir, el día de todos los Santos (1 de noviembre), un rosario hecho de pastas de yema y almendra. Estas pastas sustituyen a los panecillos o “panetets” que antiguamente se regalaban a los niños por estas fechas, y que sin duda son los panes que antaño se daban a los pobres el día de los difuntos.


lunes, 1 de noviembre de 2010

Cartas a Paulo (1 de noviembre de 2763 Ab Urbe Condita)

Buenos días Paulo,

El frío ya está aquí y escribo desde mi cubil.

Anoche los niños, disfrazados como seres horrendos, iban de casa en casa pidiendo caramelos. Sin duda, las influencias extranjeras se han arraigado en nuestra cultura, es como un segundo carnaval, del terror diría yo. Las calabazas adornan las casas con rostros grotescos, y en los rincones se diseñan telarañas de algodón con inofensivos arácnidos de plástico.

Ayer, cuando llegaba a casa, en la penumbra de la noche, varios seres, de esos criaturas-niños se cruzaron en mi camino. Vagaban como zombies con ansias de succionar cerebros humanos; como vampiros de tópica capa y afilados colmillos de goma que venden en las tiendas de disfraces; como asesinos psicópatas y monstruosos inspirados directamente de la gran pantalla; como fantasmas de sábanas blancas y raídas… disfraz cutre pero de éxito asegurado.

Uno no duerme tranquilo sabiendo que una caterva de bichos ronda por el pueblo. A mi casa no llegaron. Supongo que la oscuridad de la calle los retuvo, o quizás el estado del edificio. No es la casa de Norman Bates, pero sí parecen las ruinas de un manicomio abandonado. Las risas, los gritos y los ruidos guturales inventados para infundir temor desparecieron muy temprano… hasta los monstruos tienen madre y un plato de sopa caliente en la noche de Halloween.

¡Valete!



Imagen: Truco o trato. Huevos o caramelos. Tú eliges.