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miércoles, 18 de agosto de 2010

Las otras estrellas de Hollywood. La mona Chita.

El otro día leía un artículo en un diario sobre la mona Chita. Del cuál cabe decir dos cosas. Una, que ya sabía, es que la mona Chita no es mona sino mono y se llama Jitts. La segunda, que hace poco cumplió 78 años, siendo el simio más longevo que existe sobre la faz de la Tierra ¡Sí! ¡La mona Chita todavía vive!¡Increíble! Ese mono que hacía monerías junto al Tarzán- Weissmüller aún está entre nosotros, una gloria cinematográfica de la Edad de Oro de Hollywood.

Bien es cierto que la mona Chita empezó su carrera en el cine muy joven, a penas a la edad de dos años, y resultaba ser un personaje que no aparecía en las novelas del mítico hombre-mono. Por ello (y si nos fiamos de la wikipedia) la mona se define como un producto creado por las mentes de los guionistas de Hollywood.

Yo recuerdo con gran gracia a la mona Chita como no. Cuando eres niño creo que era lo que más te gustaba de las películas de Tarzán, con esos gruñidos o gritos simpáticos acompañados de saltitos, tocando frenéticamente una campana, usando utensilios de los campamentos a su libre albedrío, cubriéndose los ojos con la mano ante una escena bochornosa u horrible, o incluso hablando por radio con ¡los nazis! De forma burlona, claro está.

Sin duda, Chita es un mito en el cine y nunca podemos dejar de pensar en Tarzán con su inseparable escudero: valiente, crítico y cómico. No fallaba nunca y acudía veloz al grito archiconocido de Tarzán, creación casera del propio Weissmüller.

Por muchos años, Chita siga con nosotros.




Imagen: La "mona chita" en su retiro. No se trata de "El crepúsculo de los dioses",sólo es una vieja estrella que brilló en el firmamento de Hollywood.

lunes, 16 de agosto de 2010

Futuro móvil

El futuro está en movimiento, pues nunca he creído en que todo esté escrito, o que nuestro destino esté marcado a fuego como un impronta al rojo vivo sobre el pellejo de una res.

La semana pasada, tras una noche de insomnio y lenta agonía desperté para afrontar un nuevo día con cierta desgana. Nunca imaginé lo que me sucedería ese día, quizás, uno de los más maravillosos de mi vida. Todo empezó con una mañana de trabajo, no duro la verdad, pero sí de carreteras tortuosas y cuestas incómodas. Luego más kilómetros, de médico en médico, de especialista en especialista, buscando con tesón una solución a un pequeño problema pero de dimensiones desconocidas. No hay peor hecho que la incógnita, el padecer algo sin saber a ciencia cierta lo que puede ser.

Tras el tormento llegó el éxtasis. Una merienda rápida, una conversación larga y decisiva. Entonces llegó el momento (como podéis leer en el resto de mis escritos parezco estar obsesionado de modo enfermizo con los momentos). Nunca me dijeron nada tan inusitado, algo que me llegara tan directamente a mi ser, como lo que aquellas palabras encadenadas deseaban demostrar... por un momento titubeé y sinceramente, no di cuenta de lo dicho hasta unos minutos después, cuando marchaba por la carretera a ritmo de aventura.
Quizás el no haber oído nunca algo así me pilló de sorpresa, entonces percibí que a veces las cosas se precipitan por sí solas, que la paciencia como decía Plinio es una virtud y que las cosas más bellas te pueden suceder cuando menos te lo esperas. Al principio mi cerebro no lo asimiló, pero aquello era lo más bonito que me habían dicho en la vida...

domingo, 15 de agosto de 2010

A los 33

En la remota mina de cobre de San José en Copiapó (Chile) hace ya unos diez días están atrapados treinta y tres mineros, esperando agónicamente su rescate.
En un principio la cosa es poco halagüeña, pues los mineros sólo contaban con víveres para sobrevivir unos dos días, aunque la esperanza no se ha perdido.

Ante la expectación, todo el mundo piensa en un rescate satisfactorio, la gente, allá en Chile, cuenta las horas para que estos trabajadores regresen con sus familias y puedan volver a ver el claro cielo del país andino.
En las redes sociales del cyberespacio se ha hecho eco de la noticia y existen grupos de apoyo moral a la causa. Una amiga escribió acertadamente unas palabras prodigiosas que aquí reproduzco:
“fuerzas a esos amigos que están viviendo esta situación tan terrible o mejor dicho indescriptible...los segundos deben ser eternos para ellos...pero pronto estarán a salvo y estos grandes hombres serán unos grandes héroes, héroes para el mundo entero...”.

Ya de por sí, trabajar a unos 700 metros bajo el nivel del mar ya es una proeza, y siempre se ha de clasificar de héroe a aquél que arriesga su vida en jornadas laborales sempiternas.
En un artículo sobre este fatídico episodio podemos leer:

“El reciente desastre minero, en la mina San José, no es una casualidad. Es la consecuencia lógica del modelo de saqueo, depredador y explotador, impuesto desde el momento mismo del golpe de 1973, por el imperialismo y las transnacionales, que obliga por la racionalidad propia del capital, maximizar las utilidades, a llevar, incluso traspasar, el límite físico factible de las condiciones materiales de la relación de explotación”.

Amiga mía, cabe escuchar palabras como las tuyas en momentos difíciles, pero es evidente que, en ocasiones, evitar estas catástrofes (y se pueden evitar) sería lo mejor para todos… eso sí, estos hombres ya son de por sí, héroes, y el trabajo en la mina es por decirlo de alguna manera, el trabajo más peligroso del mundo.
Eso sí, entiendo y apoyo de todo corazón esas expresiones, y espero, como muchos otros, que estos trabajadores estén sanos y salvos, pero sólo eso el tiempo lo dirá, y mañana conoceremos la respuesta ¡Ya queda menos!

Mi amparo incondicional a todos esos seres humanos que sufren este accidente, mi más fuerte de los ánimos a los 33, que atrapados esperan liberarse de toneladas y toneladas de tierra, y aún allí, yacentes en el subsuelo, nadie se ha olvidado de ellos. Que se acuerden ahora, pero que se acuerden siempre, en todo momento, para evitar que en un futuro suceda algo semejante.

Por cierto, querida amiga, tus palabras fueron las que me inspiraron escribir esta humilde entrada ¿Quién te inspiro a ti? Quizás la buenaventura que siempre portas contigo.