La sala está helada, es como un cubito de paredes blanquecinas. El aire acondicionado marcha a toda máquina. En las puertas situadas frente a mí aparece ese símbolo desacreditado que nos comunica irradiación. Me recuerda inevitablemente a las bombas atómicas. La devastación a su paso, como un intermitente, un chasquido que entremezcla moléculas y bate seres vivos con construcciones.
Si observando esa aspa semejante a la de un barco puedo llegar a imaginar eso ¿qué puede generar mi mente con el conejito de Playboy, el cavallino rampante, el rombo francés o la calavera con las dos tibias?
Lo siento profundamente, veo ese símbolo y me recreo en la destrucción...
¿Qué habrá tras esa puerta?
Simplemente una sala con una cámara de fotos, de esas que te sacan muy delgadito.
Imagen: Nagasaki antes y después del 9 de agosto de 1945.
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