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jueves, 17 de junio de 2010

El gato famélico

Esta semana el tema entre bloggeros era el amor, he aquí mi aportación. Gracias por vuestra atención.


Érase una vez un gato famélico
en busca del amor.
Rebuscaba en la basura, removiéndola,
esperaba hallar algo con sentido
en esta podrida sociedad, en sempiterna crisis
y en perpetuo consumismo.

Rebuscaba entre los deshechos, algo vivo que
le concediera las ganas de vivir y ser feliz.
Felicidad.
Gran reto esa felicidad,
ente que se plasma en un estado de absoluta confianza.

Apartó la espina carcomida,
el hueso roído
y el tomate putrefacto.
Exploró curioso porque debía haber algo más.
Un corazón desconsolado,
un alma deseosa de empalagarse en risas.

Sus ojos son de miel,
miel que se desprende despacio.
Le gusta esa miel,
renueve y remueve, quiere miel...

Esa miel se desprende hacia su boca,
entremezclándose con la dulzura de sus labios,
más melosos todavía,
provocando una ambrosía apetitosa,
dulce de la vida y de la felicidad.

El gato quiere esa miel.
Deja la espina y el hueso,
el fruto prohibido y podrido.
Miel que reaviva la vida,

el gato hambriento que
desea un solo sentimiento:
la comprensión, y
toca a la puerta.

La puerta del mundo,
de su vida.
Se abre y emocionado, el gato
piensa que le quieren conocer,
de tener la oportunidad de compartir momentos,
intercambiar instantes, de sentirse
por fin alimentado... en todo su ser.




Imagen: Gato romano en el centro de acogida de Torre Argentina (Febrero 2007).

2 comentarios:

  1. Los gatos deambulan en la noche frustrada sin Luna, rebuscan entre los escombros algo de alimento para reunir fuerza y hacer uso de sus siete vidas.

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  2. Martial, aún te debo el escrito, esta semana lo has puesto dificil...
    Me encanta que al final se haya abierto una puerta ;)

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