Pido una copa sediento,
deseo saciar mi sed de sufrimiento.
Sulfura en mi garganta
araña mis entrañas y las penas se
transfiguran en náuseas.
Mi rostro empalidece,
esos recuerdos ingratos se retuercen
en mi estómago, ahora.
Ese saborcillo amargo y dulzón,
vómito, ese inefable mal olor.
Creo que deberías enviarle esto a Miguel Ángel, porque lo justo es que el que inspira reciba reconocimiento también, no crees?
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Druso.
bs