El rescate es más complejo de lo que parece a primera vista. Los rescates son en ocasiones más difíciles de lo que la opinión pública aprecia. Claros ejemplos son recientes casos de montañeros, abandonados a su suerte ante la desesperación de sus seres queridos, ante la imposibilidad de poder hacer algo más.
Ahora la inquietud invade la mente de los mineros. Las perforadoras funcionan, se detienen, se averían, vuelven a funcionar.
Realizar un rescate a 700 metros de profundidad es tan complicado como salvar a alguien que ha desfallecido a 4.500 metros sobre el nivel del mar. Ya dije en su momento que se deben utilizar todos los medios al alcance, cueste lo que cueste. Ahora la esperanza se personifica en una máquina utilizada para la ejecución de pozos petrolíferos. Esta perforadora petrolera es titánica, unos cuarenta y cinco metros de alta, y se estima que en un mes y medio debe cubrir la distancia que existen entre la superficie y el lugar donde se hallan atrapados los mineros.
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Ha llegado… una de las perforadoras aparece ante los ojos de los mineros que, vitorean el logro con inmensa alegría. Es como un cilindro de acero, es como la mano que llega del exterior para coger a los mineros y subirlos a la superficie. Levantan los brazos, saltan, ríen… ven el final de su agonía más cerca, y quizás todavía están en el hemisferio de su penuria. Hace más de un mes que están allá abajo, donde los segundos, los minutos, las horas son un tictac sin sentido, como un tiempo de nocturnidad perpetua, como un reloj ignoto del día y la noche. Los focos son las estrellas, el agua almacenada el lago de la vida, sus latidos el tímido sonido de las agujas del cronómetro que señala su liberación… Saltan, saltan… un nuevo hálito de esperanza, una nueva bocanada de ilusión, un soplo de optimismo.
Ahora les toca trabajar, ellos ya forman parte de su propio rescate. Deberán retirar escombros, el agujero debe pasar de treinta a sesenta y cinco centímetros… una minucia a primera vista, un mes y medio de trabajo. Algo insignificante si trazamos la línea sobre un papel, algo ininteligible cuando se debe ampliar un pozo de más de 700 metros de profundidad.
Ahora deben ser pacientes, debemos ser pacientes... se abre una muy buena expectativa ante su situación ¡Ánimo!