Alrededor del molino se extendía un cercado, donde un anciano de rostro angelical y camisa sucia daba de comer a una gallina. Una sola gallina en aquella parcela. No es que fuera una gallina especial, más bien el bichejo parecía de lo más común, de tono parduzco y cresta rojiza. El hombre, encorvado, extendía la palma de su mano repleta de grano, y la gallina picaba frenética e indiferente, con los ojos inmóviles y sin cacarear. La mimaba como si se tratara de una persona especial. Quizás se trataba de la mítica y fabulosa gallina de los huevos de oro. El ave no dejaba de picotear e ingerir sin respirar aquellos granitos de trigo, meneando la barbilla con gracia.
–Come preciosa –le animaba el hombre.
Al cerciorarse de mi presencia el viejo se volvió hacia mí.
–¡Buenos días! –saludé.
–¡Hola! –me respondió y encogió los hombros –¿Cree usted que el Papa aceptará esto?

Aunque la noticia sucedió en un momento indeterminado* del último cuarto del siglo XX, el titular está redactado en presente porque por fin Strambotic ha tenido acceso a la foto que demuestra que, efectivamente, la historia del tipo que murió mientras se cepillaba una gallina es verídica. Hasta ahora la habíamos repetido una y otra vez como el top de las muertes ridículas y humillantes, ésas que marcan toda una estirpe, pero nuestra corresponsal Laura Sacapuntas nos ha hecho llegar este extraordinario documento gráfico que acredita que sí, que aquello sucedió.
ResponderEliminarLa foto aparece en el extraordinario suplemento “The Carnaval of the Grotesque” que editó en 2001 la edición británica de la no menos extraordinaria revista FHM, que nunca falta en nuestro baño. Los editores decidieron nombrar a Manuel “el amante de las gallinas” como el número uno de la colección de las 50 fotos más grotescas y soeces de todos los tiempos. Éste es el texto:
Pervertido español agita una roca suelta
Este español de 39 años estaba tan contento, manteniendo relaciones carnales con una gallina cuando ambos -él y el pájaro- resultaron aplastados por una enorme roca. Irónicamente, su impulso probablemente provocó que la piedra se soltara en un primer momento.
COMO PIENSO DIJO LA GALLINA